AQUEL SOL OSCURO
Juan Manuel Gómez
Llegaste a Bahía Portete, nuestro paraíso, cuando comenzaba una mañana soleada a bordo de una camioneta que atravesó el desierto de cardones y piedras. Estabas acompañado de numerosos hombres, armados hasta los dientes. El pasamontaña que llevabas puesto te hacia sudar a chorros como si fueras un condenado, y de hecho lo eras como todos aquellos alijuna que vinieron contigo. Portabas unas cotizas que habías comprado en la tierra que brilla. Los alijuna, que eran de varios colores, vestían de verde como aquellos otros que hacían dizque soberanía en nuestras tierras y que debían protegernos, según los jefes de ellos.
Los guiaste al cementerio de tus propios vecinos, los del linaje Epinayu, aquellos que golpeamos duro en los caminos y que descendemos del venado. Como wayuu olvidaste que estos lugares son sagrados para nosotros porque son las escrituras del territorio, uno es originario de donde están enterrados los huesos de sus muertos. Permitiste que los alijuna profanaran las tumbas de nuestros antepasados, destruyendo muchas de ellas en un acto tan salvaje que nunca antes se había visto en la historia milenaria de la sociedad wayuu. Pero ese día ustedes no estaban decididos solo a meterse con los difuntos.
Ese 18 de abril de 2004 jugaba con mi hermanita en la laguna, haciendo wayuunkera. Llevaste a esos hombres a la casa de una de mis tías, la más vieja de todas. Nos invadió un terror indescriptible cuando ellos comenzaron a golpearla inmisericordemente sin importar su avanzada edad. A rastras la montaron a la camioneta. Fueron unos cobardes que se aprovecharon de la ausencia de papá, tíos, hermanos y primos, quienes en esos momentos estaban pescando o pastoreando sus animales. Al no tener hombres que la defendieran, cometieron esa infamia y muchas más durante esa mañana soleada.
Salimos corriendo a nuestro rancho, pero no sabíamos que iba a ser tu próxima parada. Le contamos a mamá lo que vimos, pero los trajiste hasta aquí. Ella pidió que nos escondiéramos en la camioneta 350, propiedad de papá. Tus acompañantes golpearon mujeres y niños, saquearon las casas y asesinaron a las viejas de la forma más atroz nunca vista, con hachas y machetes. Ni siquiera respetaron sus cuerpos inertes al cortarlos con motosierras y quemarlos. Sabes que las mujeres no se pueden matar y lo permitiste. Uno de ellos se dio cuenta que estábamos ocultas dentro de la camioneta.
Ese desalmado trató de entrar, pero el vehículo de papá estaba asegurado por dentro, el alijuna nos insultaba desde afuera. Luego sentimos un horrible olor a gasolina, precedida de una gran cantidad de humo que nos dificultó respirar, abracé fuertemente a mi hermanita y nos desmayamos. Despertamos envueltas en llamas. Tu solo escuchabas los gritos del profundo dolor que nos producía el derretimiento de nuestra piel, vivimos el mismísimo infierno en esos momentos de agonía. No entendí como dejaste que hicieran eso con nosotras, unas niñas que solo nos importaba jugar haciendo wayuunkera en la laguna.
Las atrocidades que tus alijuna cometieron en mi rancho causaron una oleada de terror en toda Bahía Portete. Los sobrevivientes del linaje Epinayu se escondieron entre los manglares, detrás de los cardones o lanzándose al desierto para refugiarse de las balas y motosierras, mientras que otras familias pudieron llegar a los cayucos, ubicados en la playa, y escapar por mar hacia Media Luna. No te inmutaste ante los gritos de mujeres y llantos de los niños, quienes presenciaron en esa mañana el suceso más espantoso ocurrido en estas cálidas tierras: Mujeres cruelmente asesinadas, viviendas, escuela y centro de salud saqueados.
Ahora estas arrepentido por haber traído esas bestias a nuestro paraíso. Los llamaste de lejos para resolver un conflicto territorial que pudo haberse arreglado bajo las leyes milenarias que han regido a los linajes wayuu, pero la avaricia nubló tu mente y permitió que las cosas tuvieran un destino impensado y aterrador. No ganaste nada, solo el repudio de toda la sociedad hacia ti. Vives escondido de los que han sido llamados al honor de la venganza, tus alijuna te abandonaron, muchos están presos o muertos, como si los Pülashii o grandes genios hubieran cobrado las terribles afrentas que hicieron.
Aún estamos en Bahía Portete, nuestra muerte y el de las demás mujeres no sirvieron de nada si pretendías que el linaje Epinayu se fuera de aquí. A los sobrevivientes les tocó irse, pero nosotras seguimos caminando por los ranchos y corrales desolados. Al permitir que nos quemaran y volvieran cenizas nuestros cuerpecitos, solo nos dejaste en el limbo. No podrán hacernos el segundo velorio, no podremos viajar hacia el Camino de los wayuu muertos pero nuestros espíritus con una gran tranquilidad seguirán haciendo wayuunkera en la laguna por toda la eternidad.
Glosario
Alijuna: Persona no wayuu.
Epinayu: Conjunto matrilineal de familias wayuu.
Pülashii: Deidades identificadas con los fenómenos de la naturaleza.
Wayuu: Pueblo indígena que tiene asentamiento en el departamento de La Guajira (Colombia) y en el estado Zulia (Venezuela).
Wayuunkera: Muñecas de barro.
(Maicao, Colombia. 1987). Es Wayuu del ei´ruku Epinayuu de la ranchería de Ishamana. Licenciado en Educación Básica con énfasis en Ciencias Sociales de la Universidad del Atlántico donde obtuvo calificación meritoria por su proyecto de grado “Estudio de la etnohistoria y cultura de los Mokaná como aporte al fortalecimiento de la etnoeducación”. Es Magister en Pedagogía de la Universidad de La Sabana. Labora como docente de aula de la Secretaría de Educación Departamental de La Guajira.