Observo como los mugidos de las vacas los despiertan, comprendiendo que se les ha hecho tarde para ir al trabajo. Están muy cansados por las extenuantes jornadas diarias en los campos de arroz donde se ganan la vida. Es fría la mañana en las grandes sabanas de Sucre.
Tomando café se reprochan entre ustedes el descuido, se dicen que deben echarse agua o hacer lo que sea para no quedarse pegados a la hamaca, que tiempo tendrán para descansar cuando se mueran como lo hacemos nosotros, sus antepasados.
Después de alistarse, engullen el plátano con queso y suero que se han servido en la mesa. Lo más seguro es que reciban regaños del patrón por llegar tarde a la arrocera. Así que no pierden ni un minuto más y salen por la puerta, agachados porque el piso cada vez se hace más alto debido que los sedimentos se van acumulando paulatinamente al interior de las casas, tras las inundaciones que son normales en estas inmensidades.
Viven preocupados porque muchas de sus tierras permanecen inundadas durante gran parte del año por los desbordamientos de los ríos Magdalena, Cauca, San Jorge y Sinú. Parte de la región es como un hueco sobre la superficie, que se llena cuando llegan las lluvias, causando estragos en los campos. Han aprendido a sobrellevar esta situación, pero a costa de sus casas y cultivos.
Mientras caminan hacia el trabajo se dan cuenta que la ciénaga, cercana a su rancho, es más grande de lo normal, la razón es que estuvo lloviendo muy fuerte la noche anterior, señalando así el inicio del periodo de lluvias, lo que indica que su humilde vivienda no demora en inundarse otra vez. La ciénaga se parece al mar Caribe, muy lejos de estas planicies.
Pueden ver las ramas de árboles sobresaliendo del agua. En ese mismo lugar, en épocas de sequía, pastan las vacas de su patrón, las mismas que los despertaron hoy, pero no se ven por ahí, es seguro que los vaqueros las hayan regresado a sus corrales.
La ganadería, donde laboran algunos de ustedes, ocupa todos los terrenos que puede, hasta los antiguos canales que construimos nosotros, los zenúes.
Los dueños de los ganados quieren secarlos, pero no han podido lograrlo porque las aguas siempre regresan a sus cauces y con las lluvias es una tarea imposible de hacer.
Sin embargo, el paisaje natural se ha transformado por el incremento de la ganadería, una actividad económica que provino de otras latitudes, y cuyos animales se aprovechan de los pastos durante los periodos secos.
Todos esos canales los hicimos observando la naturaleza. El sistema hidráulico de canales y drenajes que ideamos hace miles de años podrían evitar las inundaciones que ustedes padecen cada vez que comienza la época de lluvias.
Nos dimos cuenta que la solución a los problemas de las inundaciones no estaba en la voluntad de nuestros dioses Mexión y Manexca, sino que requería que lo manejáramos de forma adecuada.
Para lograrlo nos dedicamos a construir un sistema de canales y drenajes que permitía que las aguas de los ríos fluyesen, evitando de esta manera la inundación de nuestras viviendas.
Este sistema existió todo el tiempo en que los zenúes nos desarrollamos como cultura y gracias a él controlamos a nuestro antojo los grandes ríos, comunicándonos por medio de ellos y manteniendo la unidad de las provincias, pero con la invasión de los españoles dejó de funcionar.
Estos extraños que llegaron del otro lado del mar les arrebataron a las deidades Mexion y Manexca los tesoros de sus entrañas y fundaron pueblos donde vivíamos. Una consecuencia de esta desastrosa conquista fue el daño de todos los flujos y drenajes del sistema.
Ahora ustedes saben que el evidente deterioro del sistema y los cambios en el territorio, producto de actividades de los ganaderos, son las causas de las fuertes inundaciones de la zona, debido a que los caños, canales y meandros ya no tienen la capacidad para controlar los ríos.
En el campo arrocero al que se dirigen, el patrón construyó vías, diques y jarillones para mover las aguas de esa zona y protegerlas de las inundaciones, pero esto afectó a otros lugares de las sabanas.
Cuando llegan observan que los cultivos de su jefe están inundados y que la cosecha se ha perdido.
Teníamos inteligencia y tecnología, es lo que piensan ustedes de nosotros al saber que no van a poder trabajar, mientras los miramos desde la historia, cómodos, descansando para toda la eternidad.