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MARCHANTA

Juan Manuel Gómez

Escamas vas dejando tras tu andar por las calles de Ichitki, la tierra que brilla, testigos del abundante sudor que derramas salvando la cocina de alguna familia alijuna.

Sales de tu rancho mucho antes de Ka’i comience a iluminar las planicies wayuu con sus ardientes rayos. Con la mochila llena de camarón, carbón y leche, caminas interminables kilómetros, siendo una gigante de pies de barro porque Juya fecunda la Tierra y la deja humedecida, y a pesar del mar de lodo llegas hasta donde la laguna de cemento.

Han pasado muchas lluvias desde que tu familia abastece los mercados de Ichitki, desde que llegaron los alijuna provenientes del otro lado de los dominios de Palaa para quedarse a vivir en estas sabanas.

Entre ese mundo extraño de ellos y el tuyo, actúas como una bisagra, como lo han sido tu madre, abuela, bisabuela y más. Un vínculo muy fuerte que será heredada por tu hija mayor.

Acompañada de tu primogénita, regresas a tu morada donde te esperan otros catorce retoños e innumerables sobrinos, lo haces en el momento en que se asoma Kashi, amo del ciclo femenino, y aprovechas el inicio de la oscuridad para tejer, lavar y cocinar.

Aunque permanecer agachada escamando pescado te hace sudar a chorros, nunca te cansas, ni antes de llegar a Ichitki, cuando bajo el intenso frío de la madrugada te pones a esperar las canoas de los pescadores para llenar tu palangana.

A ese lugar llegan más mujeres como tu, a ganarse la vida en la laguna de cemento gritando: ¡Camarón! ¡Pescado!

Trabajas como si fueras el mismo Ka’i, puntual al momento de salir y eficiente al quitar escamas. A pasos largos, pregonando leche e iguaraya y dejando escamas en las puertas, vas escribiendo la historia de la tierra que brilla.

Ganador del tercer lugar en la categoría de Narrativa del II Encuentro Internacional de Escritores de Prosa, Música y Poesía realizado el 30 de abril de 2022.

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