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EL AMOR QUE NACIÓ EN EL INEM

Edwin Peralta Martínez

Noemí Francisca de los Ángeles, aunque había crecido en Palmor al lado de sus padres y familiares, rodeados de montañas y bellos paisajes, propios de la encumbrada Sierra Nevada, había llegado a Santa Marta con el fin de estudiar en una institución de bachillerato luego del culminar la Primaria en la escuela de su natal población. Primero vino ella y luego su hermana; sus padres y el resto de sus hermanos se dedicaban a labrar la tierra donde cultivaban yuca, plátano, maíz, entre otros.

Como buenos campesinos eran optimistas y llevaderos, especialmente por sus buenos corazones y su humildad. Su padre le recalcaba lo importante del estudio generalmente por medio de llamadas telefónicas cortas. Siempre encontraba a Noemí acompañada de libros y por eso afianzaba la esperanza de que saliera adelante, igual que el resto de sus hijos, incluyendo a Pedro, el hermano menor, un joven delgado, que lo acompañaba a hacer las diligencias en el mercado de la ciudad cuando bajaba los domingos. El padre no tenía ningún vicio. Al comprobar el buen comportamiento de sus hijos se sentía aliviado. Después de ver a sus hijas retornaba a su finca donde lo esperaba su mujer con una colada que le gustaba mucho.

Durante su estancia en Santa Marta, aquella joven mostraba buen comportamiento en Mamatoco, donde residía. Pasado algún tiempo comenzó a relacionarse con jóvenes de su edad con quienes coincidía en el sector. Después de cierto tiempo dejó entrar en su alma su primer amor: el primer capricho. Un joven de tez blanca, hijo de dos profesores pensionados y por ende un muchacho de buenas costumbres. Así nació esa relación siendo el parque de Mamatoco el escenario donde día a día consumaban su amorío.

Ambos amaban el estudio y esto los llevó a sortear situaciones difíciles, entre ellas el hecho de que los padres del joven no estaban de acuerdo con que su hijo se casara con alguien de extracción campesina. A ella poco le importaba porque su amor le brindaba seguridad y además por tener clara su intención de ser bachiller. También debieron enfrentar la incertidumbre cuando a él lo mandaron a estudiar a Barranquilla.

Noemí Francisca de los Ángeles respondió bien ante el esfuerzo para que fuera bachiller y no conforme con este título se inscribió en la universidad. Encontró un trabajo en el día en un almacén en la Quinta Avenida y por las noches cumplía su cita con su sueño de profesionalizarse.

Lejos de su amor, añoraba verlo y lloraba en medio de la lejanía. La distancia, en lugar de separarlos hizo que entre ellos hubiese una mayor cercanía y así centraran su atención en la relación. Ambos tenían claro el propósito de ser profesionales y luego casarse.

Un día cualquiera apareció en su lugar de trabajo su romeo plagado de amor en horas del mediodía. Creyó que Óscar estaba siendo irresponsable con sus estudios, pero él no le dio importancia al comentario. Los dos tenían una conexión amorosa mágica porque ese amor nacido en la adolescencia había madurado. La esperó hasta que culminó su jornada de trabajo. Como de costumbre ella debía ir a la universidad, pero él la invitó al parque de los novios, como hacen todas las parejas enamoradas, haciendo gala del nombre. Para su sorpresa Óscar le pidió matrimonio. Se puso perpleja por la descabellada propuesta, pues se oponía a los planes de ambos. Visionaba tener una familia y vivir en un sector bien ubicado de la ciudad, por lo que estuvo a punto de negarse a la propuesta.

Noemí Francisca de los Ángeles estaba sin palabras porque él todavía dependía de sus padres y le parecía mala idea un matrimonio intempestivo. Quería expresarle sus temores, pero la alegría no se lo permitió. Para sus adentros deseaba estar con él y tenía la esperanza de que juntos saldrían adelante. Su madre le había dicho alguna vez que a los hombres no se les podía creer todo y además temía que se enteraran los padres del joven. Pensando en esto, apareció él en su trabajo con dos anillos de matrimonio. Al verlo sus temores se esfumaron y consideró que aquel era el mejor día de su vida, sentía que volvía a nacer.

En un momento, sin embargo, sintió de nuevo miedo y pensó en salir corriendo, pero él le comentó que había ganado la lotería y que quería llevársela para Barranquilla para que cambiara de vida, hacerla su esposa y vivir felices en aquella ciudad a donde seguirían con sus proyectos como pareja.

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Corrección Ortotipográfica: Joel Peñuela.

3 comentarios en «El amor que nació en el Inem»

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