Luz eterna
Latidos, ecos en nuestros cuerpos reclamando vida, gritando que la muerte, no siempre es el destino final. Fuiste para el gobierno minúscula piedra en el zapato, espina en la mano, grano de arena en el ojo que, sin necesidad de empuñar un arma, encolerizó al putrefacto y castrado Goliat.