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Sabrina Caballero Caputo

(Lanús Este, Buenos Aires, Argentina. 1979). Enamorada de las Artes Escénicas por lo que realizó Talleres y Seminarios: “Taller de texto”, “Expresión corporal”, “Del texto al manifiesto”, “Espacio disparate”, “Iluminación”, en la Institución Red Teatral Del Sur y se profesionalizó en la Escuela Municipal de Teatro. Fue Docente de niños y adolescentes en la Sociedad de Fomento Otamendi y de adolescentes y adultos en Imperio Loft (Casa De Artes). Dirigió obras de su autoría: La Habitación y Miserias Humanas. Para ella la lectura es fundamental, considerándola su alimento mental vital con temáticas referentes a la Filosofía, Metafísica, Misticismo, Crecimiento Personal, Poesía, Leyendas, Cuentos Cortos de los géneros Romántico, Fantasía y Suspenso. Entre los Escritores más apreciados para ella se encuentran: Daisaku Ikeda, Pablo Neruda, Gustado Adolfo Bécquer, Pablo Coelho, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Amado Nervo. Además de escribir y dirigir Obras de Teatro también escribe Poemas, Cuentos y Relatos Cortos.

Castillo

Ahora me doy cuenta que era todo un espejismo, casi me lo creo por eso puse freno, los límites alejaron «ese supuesto gran amor» que dibujabas con palabras, mascaras e hipocresía te impulsaban.

Iris

Mi ojo se torno rosado, inflamado de recibir señales de mi cerebro en cortocircuito. Derramé una lágrima, y unas cuantas. El iris se mostró oscuro ya que mi alma estaba en un hoyo profundo. Buscando una salida de expresión .

El olvido

Alguien que me diga ¿dónde se encuentra ese maldito olvido?, es mentira lo del tiempo cura todo, muchas cosas son mentiras, es verdad que te amo y ya no estás.

Distintos caminos

La afinidad nace del alma, no hay porque rogar amor, vivenciar los recuerdos, lágrimas tras un despertar señalan en mi mente bajo el sol saliente una gran reflexión.

Habitación cuatro

Todas teníamos un poco de temor, sin embargo, entre el miedo y las lagañas nos motivó la curiosidad de investigar. Había mucho viento, las ventanas golpeaban contra el anticuado postigo, la madera crujía como si alguien caminara a paso lento.

Voces

Y no hablo solo por mí, sino por todas las mujeres violentadas, por los femicidios cometidos. ¡Que se escuche nuestra voz! Ante la impunidad del malintencionado
que abusa sin piedad.