Saltar al contenido

KOKOCHON

Juan Manuel Gómez Cotes

En la fría madrugada de las sabanas de Ishamana, Resguardo Indígena Wayuú de la Alta y Media Guajira, Rubén despierta a Kokochon. Este se levanta de su chinchorro para prepararle el café a su tío y salir a ordeñar la única cabra que tienen, porque todas las demás fueron recogidas por los miembros de su Clan para llevarlos a otra comunidad vecina.

Mientras Rita, su mamá, prepara el desayuno, Kokochon se dirige a la laguna a darse un baño y ponerse el uniforme; cuando regresa, el desayuno está listo. Come y se despide de ellos. La escuela se encuentra ubicada a unos cuantos kilómetros del rancho de su familia.

Durante el camino, recuerda que hoy su maestra les va a traer un Sabedor para que les enseñe sobre el Sistema Normativo Wayuu. Kokochon siempre ha acompañado a su tío a las reuniones que se hacen para arreglar problemas, entre ellos, el último que tuvo su familia y por el cual tuvieron que entregar las cabras. Por eso, él tiene conocimiento de las tradiciones de su pueblo para resolver los conflictos y sabe sobre la importancia del Palabrero para mantener la paz y la armonía entre los Clanes Wayuú.

Al llegar a la escuela, juega con sus amiguitos hasta que aparece la maestra con el Sabedor; todos entran al aula, se saludan y se sientan. La profesora Rosa les presenta al abuelo Domingo, el Palabrero de la comunidad. Kokochon lo recuerda porque fue ese señor quien se acercó a su tío Rubén para entregarle el recado de una familia de la comunidad vecina, quienes fueron víctimas de un robo de animales por parte de su sobrino Eliecer.

El abuelo Domingo les habla sobre el pájaro Utta, el primer Palabrero Wayuú, quien organizó los clanes y orientó las normas de comportamiento, incluidas las compensaciones que se les debe hacer a las familias agraviadas por parte del agresor. Estas faltas, a pesar de ser individuales, su responsabilidad es colectiva; porque de acuerdo con la cosmovisión Wayuú, el individuo hace parte de una Familia y esta a su vez, de un Clan. Los vínculos de sangre son importantes y se tienen en cuenta para la vida; a ambos grupos se pertenece por línea materna. Según las costumbres, cuando es robo se debe devolver el doble, el triple y hasta el cuádruple de lo hurtado.

Por la mala decisión de Eliecer, la familia de Kokochon perdió gran parte de la única fuente de sustento con que contaba su familia. Sin embargo, todos estuvieron de acuerdo con la decisión del Palabrero, toda vez que se evitó una guerra entre las dos familias, que seguramente sucedería si no se resarcía el daño.

El abuelo terminó su reflexión para los inquietos alumnos y, con un gesto de afecto saludó a Kokochon, a quien recordó porque al finalizar cada reunión, siempre se le acercaba para preguntarle detalles de las diferentes situaciones.

Desde ese día, Kokochon comprendió que el valor de la palabra tiene la fuerza suficiente para mantener la paz y garantizar el cumplimiento de esta.

Hoy, la palabra es lo más prostituido. La utilizan para su propio beneficio, se incumplen compromisos, se engaña y se ofende. Ellos, los ilustrados, los doctores, la soslayan y se sacian en su verbo. Y aunque a los indígenas se les considera seres ignorantes por su forma de vivir, vestir o hablar, son los únicos que entienden su valor para el desarrollo del ser humano.

1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (Ninguna valoración todavía)
Cargando...

16 comentarios en «Kokochon»

  1. Hola @juanmanuel, que buen relato que destaca la importancia de un personaje que llega a ser uno de los más significativos símbolo de la cultura wayúu… le animo a compartir más escritos que dejen constancia de la cosmovisión de su patria… éxitos

Responder a Juan Manuel Gómez CotesCancelar respuesta