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HABITACIÓN CUATRO

Sabrina Caballero Caputo

Mis amigas y yo habíamos decidido ir al bosque el fin de semana; somos muy unidas, nos encanta experimentar aventuras nuevas. El viaje se hizo largo, aunque estábamos cómodas en el auto entre charlas, mates y risas, se podría decir que era una sensación placentera, salvo por Jimena que todo el tiempo sentía algo feo en su pecho, le dije: Tranquilízate Jime, respira profundo, relájate, olvida eso, que salimos fue a disfrutar. Llegamos al bosque Corindon que nos dio la bienvenida entre nieblas, vientos fuertes, ruidos extraños como susurrando palabras. Estábamos dispuestas a acampar, por lo que fuimos preparadas con todo lo necesario para la ocasión.

A lo lejos Pamela ve una casa, es la que mejor vista tenía. Como había un clima raro en el ambiente, decidimos ir allí; caminamos con cierto temor a lo desconocido, la casa se veía vieja, abandonada, poco querida; me atreví a mirar por la cerradura y esta estaba vacía. Todos los intentos por abrir la puerta fueron nulos, ya que estaba bastante dura, tomamos impulso entre todas, la pateamos y entramos. Recorrimos cada rincón, su aspecto era lúgubre, daba un sentir de desazón, de sufrimiento. Sin importar qué nos decía el corazón, nos acomodamos para pasar una maravillosa velada entre amigas; tenía una cocina que, aunque estaba percudida por el pasar de los años, funcionaba perfectamente, un living grande con sillones muy antiguos llenos de tierra, cuatro habitaciones subiendo la escalera que daban un aspecto desolador y siniestro, una puerta trasera que dirigía al bosque que daba la impresión de estar encantado, el lugar estaba rodeado por pasto, arbustos, piedras y lo invadían ruidos muy espeluznantes.

Luego de la cena nos fuimos a dormir, habíamos elegido una habitación en particular, la más cercana al baño situada a pasos de la escalera. De pronto Jimena se despierta exaltada, gritando: ¡Nooooo! ¡Noooo!, provocando que nos despertáramos nerviosas en medio de la noche producto de una pesadilla que había tenido con una mujer que aparentemente se había suicidado en esa casa y le mostraba que había sido en la habitación número cuatro.

Todas teníamos un poco de temor, sin embargo, entre el miedo y las lagañas nos motivó la curiosidad de investigar. Había mucho viento, las ventanas golpeaban contra el anticuado postigo, la madera crujía como si alguien caminara a paso lento. Corrimos unos metros hasta la puerta entreabierta de aquella habitación, estaba vacía, con cuadros blanco y negro en la pared con imágenes de una familia que aparentaba ser feliz, pero que en el fondo se notaba que no lo era. Cada una revisaba algo distinto; de repente, de un golpazo quedamos encerradas, en el ambiente se concentró una energía muy densa. Quedamos inmóviles por un rato como si algo nos impidiera avanzar; al frente de nuestros ojos, como en el cine cuando una película se proyecta, éramos espectadoras de una terrible historia.

Se recreaban las escenas más horrendas y perturbadoras que uno podría presenciar, el marido golpeaba a la mujer, abusaba de ella en el momento que quisiera; no solo eso, también lo hacía con su pequeña y hermosa hija. En un instante, la mujer que era víctima de esta situación, encontró a su hija muerta toda ensangrentada, su papá la había asesinado a sangre fría; entonces sintió todo su cuerpo hervir, una energía se le apoderaba. Por su mente pasaban un collage de las imágenes de tantos años de ser violentada y se le desató una inmensa sed de venganza cogiendo una pala donde previamente él había cavado una fosa, lo agarró desprevenido en la cocina golpeándolo tan duro en la cabeza que lo dejó inconsciente, luego de eso ella se ahorcó en la habitación número cuatro que era de su preciosa niña.

Nunca se supo que ocurrió con los cadáveres, quedamos perplejas por la secuencia espectral que acabábamos de presenciar, no entendíamos porque justamente a nosotras nos estaba sucediendo eso, el terror nos invadió pensando en la posibilidad de que apareciera una proyección similar o peor aún; estábamos erizadas como gatas asustadas con una sensación escalofriante. Las imágenes desgarradoras se reproducían como disco rayado una y otra vez sin detenerse, la mujer cadavérica, pálida, espectral, se nos presentaba superpuesta a la visión tan repetitiva. Nos dijo elevándose: Váyanse de esta casa porque toda persona que se queda siete noches termina suicidándose o asesinando a quien más ama, el espíritu de mi esposo anda divagando con ansias de furia, toda mujer que ve cree que soy yo y se incorpora en su cuerpo para desatar la peor pesadilla que puedan imaginar.

Al terminar sus palabras, la habitación se iluminó con un torrente de esperanza, pudimos salir de allí, pero la curiosidad nos llevó al fondo donde encontramos cuatro tumbas, entonces pregunté en voz alta:

¿Cuatro tumbas?

¿Quién sería la cuarta persona en esta macabra historia? intervino Jime.

No nos quedamos para tener la respuesta a este último interrogante, tomamos nuestras pertenencias y nos fuimos inmediatamente a pesar de que sabíamos que el camino podría ser tedioso.

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7 comentarios en «Habitación cuatro»

  1. Muy buenos días apreciada amiga SABRINA CABALLERO, felicitaciones por esta historia que me mantuvo espectante y atrapado en la trama de principio a fin, que cuando terminé la lectura mi gato me rozó el pie y casi me desmayo de la impresión. Que tengas un FELIZ AÑO NUEVO colmado de prosperidad y nos compartas más de tus creaciones de narrativa y poesía. ???⛄???????✨?✍️?

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