Despedida
Dejo esta calle, me iré sorda, ya no molestaré más a la pelota que golpeaba mi ventana cuando jugaban los niños en la esquina desde hoy rebotará una y otra vez y no gruñiré mi fastidio…
(Moñitos, Colombia. 1980). Estudió Derecho en la Universidad Pontificia Bolivariana, seccional Montería. Escritora de los géneros: Narrativo y Poesía. Ha publicado en el periódico el Meridiano de Córdoba; la revista Letralia Tierra de Letras de Venezuela; revista Libros & Letras de Colombia; Palabra Abierta (Revista Independiente de Cultura Hispanoamericana, de New York); la Revista Junta Letras; en la antología “Con El Perdón de los Árboles” (2012), publicado por el Ministerio de Cultura de Colombia, a través de Relata (Red Nacional de Talleres Literarios); en la revista cultural Hoja-Lata (2020). Tiene publicado el libro POEMAS AL VACÍO, Editorial UPB, Medellín, 2019. Actualmente dirige el Taller Literario “DAVID SÁNCHEZ JUALIAO” de la Universidad Pontificia Bolivariana, en la seccional de Montería. Conduce el programa radial “Orión”. Forma parte del colectivo literario denominado Cuerpo literario volverán las oscuras golondrinas. Ha participado en varios eventos culturales, entre ellos: El encuentro de mujeres poetas del Caribe.
Dejo esta calle, me iré sorda, ya no molestaré más a la pelota que golpeaba mi ventana cuando jugaban los niños en la esquina desde hoy rebotará una y otra vez y no gruñiré mi fastidio…
Un frío sepulcral penetraba por sus pies y se alojaba en el corazón, en su mente retumbaban como golpes de tambor las palabras que acababa de leer en su email: “…todo en la vida se acaba. Esto se acaba aquí y ahora”.
La señora que viene apresurada cargando una canasta de víveres saluda a la vecina quien la esculca con la mirada mientras el aguacero lava su aura triste—
En esos callejones corrimos tantos, siendo jóvenes Siempre llevábamos prisa, cada uno por razones distintas. Pero todos queríamos alcanzar el autobús, unos para ir a estudiar con la barriga vacía…
Para hallarse a una le toca cerrar los ojos, mirarse hacia dentro, observar las huellas ponerle un gps a los cariños perdidos…
Así han venido, cargando los años
Nos forjaron quimeras en aquel presente, siendo niños aprendimos que el odio y el amor florecen, en el mismo huerto….
Paulina y yo lloramos de tristeza al pensar la suerte del recién nacido sin su madre.
El viejo relojero en esa misma calle. Se ha cambiado de acera varias veces en tres décadas.
Nos mira a través de su lupa
Una desagradable mezcla de angustia, desespero e ira me sobrecogió al darme cuenta que no eras tú, sino un viento fuerte el que jugueteaba con las puertas dentro de la casa.