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Zamná

Sé y sabes que no necesitamos de este mundo el ruido, porque me basta el estruendo de tus ojos, porque dentro del pecho llevo un tambor alegre que palpita y que nos invita a bailar.

Muñecas

Mordiéndose los labios tenía la impresión que las pretendidas princesas extendían las manitos para consolarla. Pero no. Su llanto, silencioso y doliente, no iba a producir milagro alguno.

Materno manantial

Sus pasos no se detienen ante el murmullo, solo escucha el balbuceo de sus hijos mientras succionan sus pechos; no se agobia ante señas de reproches, Solo observa la ternura de quien se adormece en su fogosa dermis.

Si Dios fuera mujer…

Si Dios fuera mujer, tenlo por seguro
que nadie hubiera muerto en una cruz, que el mandamiento de Cristo seria valedero en todo sentido además, el cielo azul sería más admirado.

Casi todas las manos

las paredes escriben sus grafitis sin las manos que parecen absolutamente desaparecidas en una multitud sin sus banderas es muy difícil estar atento a todo me representan ellos mis amigos cada vez que pudimos aunarnos en las bocas en el abrazo azul de tantos años.

Habitación blanca

Solo quedó un colchón blanco en medio de la alcoba. Las paredes seguían siendo beige, como lo dispuso la señora, pero en el desenfreno de su desquicia y en la lucha que encarnaba su conciencia con ese lado oscuro que ningún hombre, por muy imbécil que parezca, pretendiera visitar, había logrado conservar el colchón por no aceptar nunca la tradición aborigen de dormir en el suelo.