Saltar al contenido

Dile

¿No ves que es un niño que pela un caramelo rico? ¿No ves que rema a la nada con ilusión? No le digas la verdad. Déjale creer. Déjale a la vida la amarga verdad.

Yonna

De repente, te reto a viva voz, quitándome el sombrero que llevo puesto y ondeándotelo a un costado. Acudes a mi encuentro circundando el pio’uy. Haces un giro para que seas reconocida por los asistentes, saludándolos al mismo tiempo.

El adiós

Sanaré mis heridas, las cubriré con los recuerdos que quedaron grabados en mi corazón, tatuados en mi alma. Tranquilo, ya puedes marcharte sin mirar atrás, no hará falta, en tus pasos siempre habrá un recuerdo del cual no puedas huir.

Noche de luto

La noche solloza sus muertos en el silencio sombrío del dolor se arropa la luna, detrás una lágrima en un costado de la montaña que ya se había vestido de luto…

Los claveles de luz

si abandonaras tu mano entre mis manos, cómo no buscar en las soledades del mar una gota encendida para alumbrar tu rostro, o arañar de los cielos el azul luminoso para pintar tus ojos recién humedecidos…

Amor inmenso

Amo saber que en las noches frías
buscas la tibieza de mi corazón
en cada escrito mío dónde sabes bien que tú eres mi inspiración, cada letra lleva impreso tu nombre, por qué tú eres y serás mi inmenso amor.

Tú fuiste

Te recuerdo y me dan ganas de estar junto a ti, porque fuiste mi lugar seguro sin fin, y sigo enamorada de ti.

La llegada

Un viernes de enero por la tarde llegaba Santiago Elías a Los Hornitos de San Marcos. Arribaba proveniente de la Arquidiócesis de Nuestra Señora de Los Remedios, después de siete horas de viaje, cubierto del polvillo amarillento de la carretera destapada que se filtraba por los topes de caucho de las ventanas del bus…