Pa’aünaa
princesas en estos reinos de matorrales desérticos.
Miró que en la enramada también se encontraba la suegra, vestida con una manta elegante y una pañoleta que cubría su no muy poca cabellera, una mujer bastante seria y silenciosa que no sonreía en ningún momento, ni siquiera el día en que le envió como muestra de agradecimiento y reconocimiento varias cabras de su rebaño.